Este DVD representa la intromisión de un músico más bien mediocre en un territorio ocupado por artistas de la talla de un Geoff Muldaur, de un Pat Donahue, o de un Ernie Hawkins: una triste anomalía en el exquisito catálogo de la "Guitar Artistry Series".
Y es que en Bromberg se da el síndrome del artista que es incapaz de compensar alguna deficiencia técnica con un mínimo de personalidad, con un poco de chispa, con algo que aligere las muchas limitaciones que uno cree advertir en él. Decir que Bromberg canta, cuando lo que hace es balbucear, es concederle demasiado privilegio a la imaginación; decir que es un virtuoso de su instrumento, como pretenden algunas almas piadosas, es elevar a la categoría de delirio las insufribles pretensiones de la corrección política, esa "buena onda" que aspira a un mundo de personas y escenarios indistintos en su gris nivelación.
Sorprende el aplomo con que Bromberg se atreve a perpetrar una "versión" de "Chump Man Blues" cuando en ese mismo sello se han editado las interpretaciones siempre espléndidas de Ari Eisinger y Woody Mann. Sorprende el alto grado de narcisismo con que se describe a sí mismo en una buena canción de su propia autoría, "Demon in Disguise" ("Un demonio disfrazado", uy!), cuando minutos después, en el fragmento de entrevista que antecede a "Hey Bob" de Big Bill Broonzy, alude a los pruritos morales que en su adolescencia le hicieron posponer el aprendizaje de la letra de esa canción -inapropiada para tan tierna edad- y conformarse con una versión instrumental. Tuvieron que pasar algunos años para por fin atreverse... Y se dice blusista!
Por lo que respecta al resto del material sólo me queda decir que Bromberg falla con Blind Blake, falla con Ray Charles y falla con el Rev. Gary Davis. El tono de su guitarra, esa cualidad que a tantos músicos extraordinarios les lleva años desarrollar, es irremediablemente seco, duro, refractario a toda hermosura y emoción; de una consistencia tan viscosa que ya quisiera inexistente para poder pecar por omisión.
No está de más decir que su falta de ritmo, de amor al detalle y de sutileza instrumental son tan notorios como vistosa es la guitarra que luce a lo largo del video: una Martin "David Bromberg" Signature Series, cuyo precio, elevadísimo, nos parece inversamente proporcional a su talento.
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